Después de un saludo y algunas risas nerviosas entraron, cruzaron la sala… esa sala que había albergado tanto tiempo juntos, pláticas, sonrisas y enojos, llegaron a la habitación que parecía estar esperándolos, por un minuto ella se negó a entrar presintiendo lo que pasaría, después de todo no sería la primera vez que su convicción de decir adiós se vería quebrantada y terminaría entre las sábanas, no había que pensarlo mucho, ya estaba ahí: entró. Él se recostó en la cama… ella hizo lo mismo pero dándole la espalda, en un intento vano de rehuir a su presencia y a lo que sentía por él, sorpresivamente sintió su mano rodeándole la cintura, de un movimiento trató de alejarse…
-Tranquila, solo quiero abrazarte, déjame hacerlo- le dijo aferrándose a su frágil cuerpo.
-No, sabes que no está bien- respondió mientras lo empujaba tratando de apartarlo
-¿Por qué? no estoy haciendo nada malo, es solo un abrazo, por favor- dijo asiéndola con fuerza
- ¿por favor? Sabes como terminará esto, entiende, no es correcto.
La lucha continuó, durante el forcejeo apareció un beso, seguido de una caricia y de esa caricia otro beso…pero en un súbito movimiento ella lo apartó.
-¡NO! ¡Daniel, por favor! ¿Te parece esto correcto? ¿Crees que esta bien lo que estamos haciendo? Entiende, contéstame, ¿Esta bien?- Preguntó con voz enérgica que poco a poco se fue debilitando…el llanto hacia su aparición.
Fue un golpe de realidad, él la miró, y se alejó confundido, apenado, ¿Que podía esperar? ¿Qué las cosas siguieran igual? Después de todo, desde el día que se separaron el siguió con su vida, es cierto el título de noviazgo se anuló, pero no así la relación, no hacía falta una etiqueta para seguir sintiendo, intentando, probablemente ese fue el error más grande: no dejarse ir el uno al otro...