miércoles, 28 de enero de 2009

Hablemos de miedos...

¿De dónde vienen los miedos? Obviamente todos tendremos una respuesta diferente. El punto es cómo nos afectan; la mayoría del tiempo actuamos o vivimos en función de ellos y ni siquiera lo notamos, todo comienza desde el nacimiento: cuando somos expulsados del vientre materno, generalmente la primera reacción es llorar, y lo hacemos porque nos sentimos desprotegidos: tenemos miedo de no saber en dónde estamos o a donde vamos.
En la infancia los miedos se vuelven una forma de control, “no vayas allá, ahí salen monstruos” y ahí está el pobre niño imaginándose al ser mas monstruoso nunca antes visto, o que tal “si no te duermes va a venir el <> y te va a llevar” por cierto, ¿Alguien puede decirme que es exactamente el “coco”? u otro clásico: el de “la mano peluda”, eso por mencionar solo algunos.
Pero también están los miedos en donde no interviene un personaje terrorífico (vamos, por así decirlo), y que son quizá de los que menos nos percatamos, veamos, cuantas veces intentamos ayudar a reparar algun artefacto y lo dejamos peor, o quisimos lavar los platos y rompimos algunos; no digo que siempre, pero sí recibimos respuestas como: ¿Qué hiciste?!!, ¡No vuelvas a tocarlo!, ¡¿no puedes hacerlo bien?! O en la escuela, cuando levantamos la mano para participar y dimos una respuesta incorrecta inmediatamente fuimos ridiculizados, o cuando creyéndonos superhéroes pusimos la casa de cabeza luchando contra los “malos” (eso era buenísimo en mi caso jeje) pues bien todas esas respuestas de rechazo, esos regaños, esas represiones, nos infunden miedo de intentarlo, de hablar, de no ser aceptados y es en este punto donde aprendemos que para ser aceptados debemos agradar a los demás, un ejemplo de lo más claro: Relaciones de pareja.
Establecemos una relación, y como casi siempre ocurre, al principio todo parece ir bien, sin embargo cuando la dependencia (de cualquiera de los dos o de los dos) comienza a acrecentarse, el miedo a perder a tu pareja, el miedo a que te deje aumenta, porque llega un punto en el que tontamente crees que es el mejor novio/a que has tenido y tendrás… y empieza el jueguito de la manipulación, gradualmente tu mundo va cambiando, hasta reducirse a “tú y yo”, a estas alturas ya la vida social es escasa, en ese intento de agradar has dejado de salir con tus amigos porque a tu novio/a le molesta como te ve ese fulano/a, seguro quiere contigo, no importa que tengas una vida de conocerlo/a, la noche de chicos/as que antes era cada 8 días se reduce a una vez al mes y eso si logras burlar la seguridad del noviecito/a. Te vistes diferente, odiabas el color rosa pero un día te regaló ropa de ese color y tenias que usarla, cuando ves tú guardarropa tienes más ropa rosa de la que un día imaginaste, terminas tomando actitudes, palabras y ademanes de el/ella: Ya no eres tú!!! . Nos convertimos en una réplica de lo que la otra persona quiere, lo peor es que todos lo ven menos nosotros, sino hasta mucho tiempo después, cuando hemos perdido mucho más que tiempo. Y ¿por qué? Principalmente por miedo, después por estupidez.

3 comentarios:

Unknown dijo...

mecanismo perfecto de la codependencia aunque el miedo en si es algo muy complejo cuando tenemos miedo segregamos adrenalina substancia muy placentera y adictiva por eso parte de nuestra adiccion al miedo es bioquimica ....
en fin dicen que lo que no mata engorda ¿sera?

Taller Literario Kapasulino dijo...

Me encato tu texto...
muy bueno e interesante!

Unknown dijo...

gracias por visitar el humo malsano y si tengo varios poemas muy.....